Los pueblos chicos tienen sus propias reglas, sobre todo cuando se trata del auto. Acá te contamos situaciones clásicas que seguro viviste.
Los pueblos chicos tienen sus propias reglas, sobre todo cuando se trata del auto. Acá te contamos situaciones clásicas que seguro viviste.
Aunque esté a tres cuadras, vas en auto. Porque sí. Porque es más rápido. Porque el calor. Porque el frío. Porque el viento. Y porque tenés la costumbre.
Una charla de 15 minutos en medio de la calle no es raro. Es parte del día a día. Y nadie se enoja. Es más, hasta se suman a la conversación desde la vereda.
Tu auto habla por vos. Si está frente a una casa, ya saben que estás adentro. No hace falta ni mandar un mensaje.
El famoso «me dejás en la esquina» puede terminar en una gira de 10 cuadras o más. Pero no importa, porque en el pueblo siempre se da una mano.
Una ley no escrita del universo: si lavás el auto, va a llover. Siempre. Y si no llueve, se te llena de tierra igual.
Nada de apuros. En el pueblo, la bocina es un saludo. Y si no saludás, alguien se va a dar cuenta.
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